Gmail Calendar Docs La Web Reader Más »

Opciones de cuenta

ummodei98@gmail.com | Vista estándar | Configuración | Ayuda | Salir

Gmail de Google

 
    Mostrar opciones de búsqueda
 Crear un filtro
Redactar

Carpetas

Recibidos (1157)

Destacados estrella
Enviados

Borradores (2)

Todos

Spam (701)

Papelera

Contactos

Etiquetas

Personal
Recibos
Trabajo
Viaje
Editar etiquetas
 
« Volver a Recibidos            ‹ Anterior 2 de 1743 Siguiente ›
Imprimir conversación Imprimir    Abrir la conversación en una ventana nueva Ventana nueva 

La fiesta, entre el sexo y la muerte

   Recibidos 
Añadir estrella 

Genaro Chic Garcia

<genarochic@yahoo.es>
Archivos adjuntos 7 de julio de 2010 09:37
Para: "“Pablo Rodríguez Alberich\"" <fearuth@gmail.com>
 

Ya he hablado en más de una ocasión, con anterioridad, sobre la necesidad que hay de contemplar la cultura básicamente como un acto de represión de los instintos primarios para evitar los efectos destructivos. Por ello se crea un nuevo marco de libertad, el marcado por las leyes (la ‘jaula de la libertad’) que impiden que, dentro del grupo, cualquiera pueda seguir sus pulsiones de provocar la muerte a los demás (sólo el grupo puede decidirlo en caso de necesidad mayor), pues la muerte ha de ser conjurada. La muerte es la puerta de salida de la vida individual como la puerta de entrada es el nacimiento. Las pulsiones sexuales también causan desasosiego y pueden llevar a enfrentamientos dentro del grupo si se deja a los individuos que procuren satisfacerlas libremente. Por ello la institución más antigua conocida en los grupos humanos es la del matrimonio, que regula el reparto de los machos entre las hembras (o viceversa, con más frecuencia). La naturaleza queda así reprimida.

 

Esta represión se entiende desde el principio que es contraria al orden impuesto en la naturaleza por los seres divinos sobre-naturales que –teóricamente al menos-  establecieron unas reglas desde su perspectiva sobre-natural. Como esos seres divinos que tienen más ser, más gracia, pueden sentirse ofendidos por la actuación de ese mono que es capaz de comer el fruto del árbol de “conocer el bien y el mal, del que habla el ‘Génesis, o sea de conocer y por consiguiente ser capaz de actuar sobre la naturaleza haciéndoles la competencia, hubo que realizar una serie de rituales que hicieran saber a los dioses que no había ninguna mala intención en los actos de alteración del orden establecido. Las ceremonias de orgías (de ‘orgás’, tierra fecunda  → ‘orgiasmós’ u orgasmo, paroxismo de la celebración) por un lado (la del sexo reproductor) y las de los sacrificios (que recuperan la muerte) volvían así a establecer el vínculo con el mundo de lo divino, que la cultura amenazaba. Se establecía así, a través del acto de ‘religare’ (Lactancio, Institutiones Divinas, 4), la ‘pax deorum’ (paz de los dioses) que preocupaba sobre todo a los antiguos romanos. Que la represión superior del masculino mundo guerrero –el de la fuerza física- llevara a una persecución bastante general del femenino mundo brujeril –el de la mayor fuerza mental- es ya otro tema, que quizá haya dificultado la comprensión general al mezclarse con el plano general antes señalado.

 

La fiesta es pues la recuperación de la alegría-dolor de la vida en el marco de la Naturaleza, como bien lo supo ver G. Bataille (‘El erotismo’, Barcelona, 1997 [1957]) cuando ofrece la idea de ‘sacrificio’ como la recuperación por el ser humano de la muerte como algo que gusta a los dioses, o sea algo que está puesto por ellos en el orden natural de las cosas y que el hombre trata de prohibir en su marco de convivencia por el terror que le causa el conocimiento de que le ha de afectar necesariamente (S. Freud, El Malestar en la Cultura,  Madrid, 1981 [1930]).

 

En un marco culturizado, la religión, que tiende a apropiarse de la fiesta, intenta a través de hombres dotados de sacralidad (sacer-dote), o sea considerados por sus contemporáneos como más llenos de ser que los simples humanos corrientes, encajar estos sentimientos salvajes en el marco de la cultura. Se ofrecen para guiar a la multitud  (la fiesta a de ser siempre colectiva, como el comer –cum-edere, ingerir en compañía- o el simposiar -beber en compañía-, para evitar las exaltaciones excesivas, esa la que los griegos denominaban hybris  o desmesura (la borrachera -o ivresse en francés-, para los romanos ebrietas -ebriedad en castellano-), que al poner a los hombres en un plano de comunicación universal, propio de las divinidades, podrían provocar la envidia de estas y destruir a las comunidades que les permitían tal comportamiento (tragedia). No por casualidad bebían el vino, que ponían en camino del “coloque” divino, atemperado con agua, como sigue haciéndose en el catolicismo. Borrachera-orgasmo y banquete-sacrificio tendieron así cada vez más a ser regulados y reprimidos (piénsese en la misa o mensa de los primitivos cristianos, cómo fue derivando hacia formas cada vez más ritualizadas y secas) en beneficio del poder de los sacerdotes, normalmente en asociación-tensión con los guerreros o andres politikoi.

 

Por otro lado, parece seguro, eso sí, que fue la aludida represión cultural la que llevó al hombre a ser capaz de leer y escribir, permitiéndonos abstraer y situarnos en el tiempo, generando tanto la esperanza como la ciencia, y por ende vivir apartados de la muerte individual cada vez en mayor medida, al potenciar nuestra capacidad predatoria. Fue la cultura, paradójicamente, la que inventó el negocio del ocio, o sea la fiesta organizada.

 

Porque el espíritu de la fiesta, por muy rodeada de religiosidad oficial que ésta se presentara, siempre tendió a escaparse del control represor de las autoridades, civiles o religiosas. La asociación que tradicionalmente se viene haciendo de romerías-ramerías no es para ser  considerada a humo de pajas, por mucha represión, más o menos teórica, que haya por medio.  Así por ejemplo, la fiesta del Rocío, mezcla veneración de lo universal con la diversión que conduce a la fusión mística a que nos inclina nuestra mente emocional. No debe ser de la menor importancia que su importancia haya crecido a medida que ha ido decreciendo la de la Iglesia oficial, con la que no obstante sigue manteniendo relación a través de los símbolos comunes. Pero su organización no depende de esa Iglesia que contempla con cierta desconfianza el polvo del camino, sino del elemento popular –seglar- que forma asociaciones con tal fin, sin dependencia directa de las autoridades, ni políticas ni religiosas.

 

¡Gora San Fermín!

 

 

Genaro Chic García

http://www.genarochic.tk/


Foro: http://prestigiovsmercado.foroes.org/forum.htm


Tfno. 954 62 58 88
        669 41 51 74


¿Y qué es peor que una crítica? - La crítica constructiva. La gente nunca te lo perdonará (Eliyahu M. Goldratt, La meta, Madrid, 1993, p. 251)




SAN_ FERMIN-OV.pps
3141K Visualizar como HTML Explorar y descargar
Respuesta rápida
   

« Volver a Recibidos            ‹ Anterior 2 de 1743 Siguiente ›
Utiliza el cuadro de búsqueda o las opciones de búsqueda para buscar mensajes con rapidez.
Estás utilizando 1959 MB (26 %) de tu total disponible de 7474 MB
Última actividad de la cuenta: hace 3 días en este equipo.  Información detallada
Vista de Gmail: estándar | básica en HTML  Más información
©2010 Google - Términos - Página principal de Google